A principios del siglo XVIII, las botellas se soplaban a mano y tenían forma bulbosa. No se podían acostar y, por tanto, no eran adecuadas para el envejecimiento del vino en botella. Estas botellas se utilizaban principalmente para transportar el vino desde el barril del comerciante hasta la mesa del consumidor. Como las botellas eran caras, se reutilizaban y, a menudo, mostraban el escudo de armas o las iniciales de su propietario.

A medida que avanzaba el siglo XVIII, las botellas se volvieron más altas y cilíndricas. La forma inicial de “cebolla” bulbosa evolucionó gradualmente hasta convertirse en una botella más alargada, con lados rectos y un cuello más largo. La primera etapa en esta evolución fue la aparición de la botella en forma de “paquete”, que se desarrolló en Inglaterra alrededor de 1730. Estas primeras botellas eran más achaparradas y rechonchas. Los lados a menudo se estrechaban hacia el hombro, en lugar de estar completamente paralelos. Posteriormente, alrededor de 1750, la botella tipo “paquete” fue desarrollando una forma más cilíndrica. La botella para esta edición limitada se inspira en la botella “paquete-cilindro” de este periodo, la predecesora inmediata de las botellas cilíndricas actuales.